En la sede de la Fundación tuvo lugar la fase final presencial el día 25 de octubre de 2019 con los finalistas  elegidos el día 27 de septiembre de 2019, por orden de recepción de trabajos.

• Nº 1 Celia González Gutiérrez del IES Candás de Carreño
• Nº 2 Covadonga Costales Díaz del IES Candás de Carreño
• Nº 4 María Díaz Sánchez del Colegio Aceimar Asturias de Noreña
• Nº 6 Carlota Martínez Rodríguez del Colegio Aceimar Asturias de Noreña
• Nº 7 Gemma Menéndez Pérez del Colegio Aceimar Asturias de Noreña
• Nº 8 Lanna de Jesús Ribeiro del IES Candás de Carreño
• Nº 11 Ana Alonso Atienza del Colegio Nuestra Sra de Covadonga de Noreña
• Nº 25 Lucía Ramos Pérez del IES Escultor Juan de Villanueva de Pola de Siero
• Nº 37 Iván Bueno Ferrero del Colegio San Fernando de Avilés
• Nº 44 Daniella Alumbreros Hernández del Colegio Beata Imelda – Sto. Tomás de La Felguera

En esta fase final presencial, los alumnos dispusieron de una hora para el desarrollo de sus redacciones, según el tema de su elección entre los tres propuestos:

• El silencio creativo
• ¿Avanzamos hacia la inmortalidad?
• Nadie es una isla

Los Jurados, una vez analizadas las redacciones, deciden por mayoría el siguiente resultado:

Ganadora: nº 1 NADA de Celia González Gutiérrez del IES Candás, por su fuerza descriptiva, su prosa poética, formato innovador de difícil manejo, y su preocupación existencial resuelta con intensidad.

Accésit: nº 37 LA FÁBRICA de Iván Bueno Ferrero del Colegio San Fernando de Avilés, por su distópico desarrollo  narrativo en la más pura tradición de la ciencia-ficción en conexión con el dilema de la sostenibilidad del medio ambiente.

XIX Concurso Literario de Redacción

“FUNDACIÓN MARINO GUTIÉRREZ SUÁREZ”

Primer Premio a:

CELIA GONZÁLEZ GUTIÉRREZ

Nace el 3 de julio de 2003. Vive en Candás. En la actualidad cursa Primero del Bachiller Científico/Tecnológico en el I.E.S. Candás (Carreño). La Educación Primaria la cursó en el C.E.I.P. San Félix (Candás).

Espera poder dedicarse a las Ciencias de la Salud, aunque también le encanta mucho hacer otras cosas para distraerse por ejemplo pintar, leer o escribir.

Le agrada salir a dar una vuelta con sus amigas, ir al cine, ver series en Netflix, viajar…

Este ha sido el primer concurso de redacción al que se presenta, nunca había escrito antes nada para exponer ante nadie, aunque sí que es cierto que ha participado anteriormente en los concursos de escultura que proponían en el colegio.

La idea de participar en este concurso vino dada por su profesora de Lengua Rosa Moriano, a la que le agradece el haberla apoyado a vivir esta experiencia.

Le daba mucha vergüenza enseñar el relato a sus familiares, ya que nunca les había dicho que le gustaba escribir.

Mientras lo escribió, sólo dejó que sus dos mejores amigas leyeran la redacción para que le dieran su opinión.

Se considera a sí misma una persona bastante habladora, simpática, risueña y extrovertida (aunque muchas veces, a la hora de conocer gente nueva, le da bastante vergüenza).

Valora positivamente la experiencia de haber conocido a otros finalistas y haber llegado hasta aquí, ha sido algo extraordinario.

En cuanto a cómo empezó a escribir, es algo que ni ella misma sabe muy bien, cree que ya cuando estaba en primaria, y le tocaba estudiar “La Redacción” siempre les solían pedir que escribiesen alguna historia, cosa que a ella la entretenía.

Le gusta el hecho de crear personajes y desarrollar una historia, aunque siempre en el final suele hacer un giro inesperado.

El Jurado consideró a Celia González Gutiérrez, como ganadora del XIX Concurso Literario de Redacción “Fundación Marino Gutiérrez Suárez”, por su fuerza descriptiva, su prosa poética, formato innovador de difícil manejo y su preocupación existencial resuelta con intensidad.

Redacción Ganadora:

“NADA”

Me desperté en un lugar desconocido, pequeño, oscuro y frío.

Trataba con todas mis fuerzas de recordar algo.

Nada, no me acordaba de nada.

Decidí recurrir a mi mejor amigo en aquel entonces, una cajetilla de Marlboro.

Llevé mi mano izquierda al bolsillo trasero de mi pantalón de pana.

Nada, no había nada.

De pronto caí.

Janeth… no estaba a mi lado como hacía unos diez minutos.

Puede que hiciera una hora.

O quizás un par de días.

¿Dónde estaba Janeth?

iJaneth!, ¿¡Dónde estás Janeth!?

Nada, no hubo respuesta.

Estaba realmente mareado, mi cabeza no daba vueltas, centrifugaba a la velocidad de la luz.

Miraba a mí alrededor, a ver si, con suerte, distinguía alguna silueta conocida.

Nada, no distinguía nada.

De pronto, una tenue luz comenzó a brillar al fondo de aquel cuarto con paredes de madera.

Una luz se intensificaba con el paso del tiempo.

El calor, que antes era inexistente, aumentaba junto a la luz, aunque de manera más moderada.

Al principio, resultaba agradable, calentando las puntas de los dedos de mis pies.

Supuse que la luz contribuiría a la iluminación de la habitación, por lo que trate de buscar a Jane de nuevo.

Nada, ni rastro de ella.

De un momento a otro, el calor aumentó radicalmente.

Fue en ese momento cuando sentí que las cadenas invisibles que me mantenían inmóvil en aquel lugar, cedieron para dejarme ir.

Escuché la voz llorosa de Janeth afuera de donde me encontraba.

Salí de allí y me planté a escasos metros suyos.

iJaneth! ¿Dónde has estado? Te he echado de menos.

Nada, no hacía nada.

¡Jane! ¿No me vas a dar un abrazo siquiera?

Nada, ni respondía, ni se movía, ni me miraba.

Me di por vencido y volví a la sala donde había estado prisionero.

Al llegar, vi el estado de aquel cuarto.

Había un horno gigante al fondo, también había cenizas por el suelo y coronas de flores, de todos los tamaños y colores.

Pero ya era demasiado tarde.

Cuando me quise dar cuenta, el ataúd y yo ya no éramos nada.

Nada más que cenizas y flores.