Premiados del XII Concurso literario de redacción 2012
FASE FINAL PRESENCIAL: Selección de los trabajos ganadores.
La fase final del XII Concurso Literario de Redacción ha consistido en una redacción presencial de los 10 alumnos finalistas elegidos en una primera selección de los 136 trabajos recibidos que ha tenido lugar el día 17 de enero.
Los alumnos finalistas han sido los siguientes:
Andrea Díaz Morante del IES David Vázquez de Pola de Laviana.
María Victoria Féliz Flores del Colegio Salesiano Santo Ángel de Avilés.
Sara Fernández Maestre del IES David Vázquez de Pola de Laviana.
Inés Fernández Martínez del Colegio Marista Auseva de Oviedo.
Javier García García del Colegio Paula Frassinetti de Avilés.
Paula González García del Colegio San Fernando de Avilés.
Beatriz González González del Colegio San Fernando de Avilés.
Bárbara Hernández Nicolás del Colegio Inmaculada de Oviedo.
Pablo Pérez Díaz del Colegio San Fernando de Avilés.
Pelayo Rodríguez García del Colegio San Fernando de Avilés.
El alto nivel de calidad de los trabajos, realizados en sólo una hora, hace muy difícil la labor del Jurado a la hora de valorarlos. Por eso, la elección de los ganadores ha sido una ardua tarea. Al final éstos han sido los alumnos ganadores:
Primer premio: JAVIER GARCÍA GARCÍA, por el trabajo GRIETAS EN LA MEMORIA, del Colegio Paula Frassinetti de Avilés.
Accésit: ANDREA DÍAZ MORANTE, por el trabajo LA GENEROSIDAD, del IES David Vázquez de Pola de Laviana.
Jurado
Presidente: | |
D. José Manuel Díaz González | Presidente del Jurado. Exprofesor de lengua y escritor. |
Jurados: | |
D. Fernando Carrocera Castaño | Abogado y escritor |
D. Javier García Cellino | Poeta y escritor |
D. José Manuel Ibáñez | Periodista y escritor |
D. Julio-José Rodríguez Sánchez | Periodista y escritor |
Secretario: | |
D. José Mª Díaz Miguel | Secretario de la Fundación. |
La Felguera, 25 de enero de 2013.
Trabajo ganador: primer premio
Primer premio: GRIETAS EN LA MEMORIA
La estación de Avilés se estremecía a las inclemencias pluviosas a las que el hombre del tiempo la había penitenciado. El vaivén de los trenes hacía casi inaudibles los rostros que se desgañitaban para intentar ocultar los alaridos de ver a sus seres queridos difuminarse entre la lluvia, o tal vez por despedirse de la ciudad en la que habían vivido su primer aguacero y tantas otras experiencias infravaloradas. Nadie parecía haber reparado en un espectro de anatomía femenina que llevaba casi desde la llegada del revisor cobijada en un banco a salvo del castigo meteorológico, sin m·s compañía que su soledad, una maleta y un billete rumbo a Oviedo, donde transbordarÌa a algún lugar donde el pasado no pudiera encontrarla y el futuro no tuviera agallas de hostigarla. La susodicha llevaba dos horas pagadas en segundos esperando a que se eximiera el tiempo que dictaba aquel tique para poder catar su libertad. Una ilusa l·grima de recuerdos emergentes y demás subrepciones quiso hacerla volver a su vida de penurias en el bulevar de los Sueños Rotos, pero la cordura fue más rápida. Al secarla, sintió un corte fresco a la altura del párpado. Se arrancó la alianza, única sospechosa de la herida, y la lanzó al andén. Llevaba tantos años deseando sentirse la mitad de libre que en aquel momento que no habría advertido la anomalía en sus conductos sanguíneos si no hubiese notado cómo un ente sin destino, calado hasta el espíritu, se le acercaba.
-Hola, Alicia dijo, tendiéndole un pañuelo.
La mujer no había escuchado una voz tan lúgubre en su vida.
-¿Cómo sabe mi nombre?- preguntó.
-Te conozco mejor de lo que podrías o, mejor dicho, querrías comprender.
-¿Quién es usted?
-El imbécil que pintarrajeó tropecientas veces el nombre de Alicia Oyague van Riet mientras los maestros explicaban sinsentidos que ni le iban ni le venían. Tu admirador secreto, en otras palabras.
A Alicia le resbaló el gesto.
-¿Enamorado de mí?
-No sé de qué te sorprendes si ya te has casado una vez. Aunque, viendo dónde estás, ya debes de haberte dado cuenta de que ese misógino sólo te pidió matrimonio porque pensó que sería fácil abusar de una mujer con una leve deficiencia mental. El día en que me sienta sin fuerzas de partirle la cara me acercaré a decirle cuatro cosas.
Al hombre aún le quedaba veneno en la lengua para meses, pero no quiso soltarlo de golpe para no sobrecoger aún más a la dama que le miraba desde el pavor y las ganas de que el encuentro tuviese lugar.
-¿Un cigarrillo? invitó el individuo, sacando uno para sí.
-Oiga, que seré medio lela, pero tampoco tanto como para que me plazca evaporar así mi vida.
-Siempre supe que eras más lista que el noventa por ciento de los alumnos de los colegios más laureados del país, por eso me enamoré de ti.
-¿Cómo es posible? No soy más que una muchacha con la cabeza llena de pájaros y quimeras.
-Porque yo también soy distinto al prototipo al que esta sociedad se obceca en regir. Aquí donde me ves perdí a mis padres y la pierna izquierda en un accidente de tráfico cuando tenía siete años. Mi tía, la única persona que me queda en este mundo, me pagó una prótesis, pero jamás recuperé la agilidad que tenía antes del accidente. Los chavales del colegio me miraban con desprecio cuando me acercaba cojeando, y nunca encontré mejor amigo que mis sueños.
-Vaya, Lo siento.
-Treinta años son suficientes para sacar una espina, pero su cicatriz no se borra en toda una eternidad.
-Y bien, ¿me va a decir de una buena vez cómo se llama?
-¿Para qué? Para que lo olvides nada m·s te subas al tren? No pienso mentarlo, lo siento.
-¿Y otra cosa? Yo qué sé, a qué se dedica, por ejemplo.
-Soy sufridor a jornada completa y, cuando veo peligrar mi sustento, me dedico a juntar palabras para crear historias, con resultados funestos.
-O sea, que es escritor.
-El término exacto, al menos en mi caso, es homicida de neuronas, pero también puede decirse así.
-No se venda tan barato. Estoy segura de que no es usted tan malo.
-Desde pequeñito me decían que había nacido para escribir la vida. Solía encerrarme en la biblioteca y no salÌa hasta haberme leído al menos una novela en la que buscar recursos y técnicas que me ayudasen a escribir, pero tiré mi talento por el inodoro.
-¿Y eso por qué?
-Porque llevo desde los dieciocho intentando escribirte una novela, reflejarte en todas para demostrarte que no te pareces a ninguna. Tú eres mi novela frustrada, Alicia; la única que nunca nadie podría escribir. Eres fuerte, después de tantos palos sigues luchando por tu felicidad sin importarte lo que piensen los demás. Si un tercio de la sociedad fuese la mitad que tú, el mundo sería un paraíso; por mucho que quieran discriminarte por tu enfermedad.
Alicia bajó la mirada para evitar vanamente que el desconocido que tan bien conocía la viese llorar. El hombre le acarició el pelo con la delicadeza con que trataría un frasco de nitroglicerina, sabiendo que todos sus años de miseria estaban recompensados en el tacto de Alicia. Con un frasco de aquella sensación podría haber sobrevivido toda la eternidad. Si no fuera por el chirrido de las ruedas de un tren, habrían permanecido así hasta el fin de la Humanidad.
-Es el tuyo, Alicia. Vamos, huye hacia tu libertad.
-¿Por qué no se viene conmigo?
-Porque te mereces algo mejor que un novelista fracasado.
-Antes dígame cómo se llama.
-Lázaro. Corre, y que no se te ocurra pensar en mí ni buscar uno solo de mis libros.
Alicia miró al frente y se levantó hacia a su felicidad. Lázaro se llevó el pitillo a los labios y lo consumió al ritmo que el expreso se perdía en el horizonte.
-Plus quam perfecta murmuró, sintiendo cómo los pedazos de su corazón roto se le clavaban en el alma.
Javier García García.
Trabajo ganador: accésit
Accésit: LA GENEROSIDAD
Tal vez una ligera duda me hiere por dentro. ¿Qué tipo de personas somos?, ¿De dónde venimos?, ¿cuáles son nuestros derechos?, ¿y nuestros deberes?. Vivimos en un mundo en el cual toda persona es libre dentro de la sociedad, pero, ¿la gente entiende de generosidad?, ¿qué es ser generoso? Ese impulso de solidaridad lleva a muchas personas a entender en que mundo vivimos, un mundo lleno de gente con un gran corazón, gente que sufre, gente que no consigue un trabajo digno, estudiantes, empresarios, políticos… Bueno los políticos dejémoslos a un lado, ¿crees que ellos son generosos?, ¿nos hemos vuelto locos? Ser generoso se puede demostrar en muchos aspectos. La generosidad es un acto voluntario que, en muchos de los casos se lleva en el corazón, gente que con su buena fe y modo de pensar ayuda a los demás, a esas personas que también tienen derecho a la vida, esas personas que buscan ser algo en la vida, aquellas que no tienen un techo dónde cobijarse pero, ¿sabes lo peor de todo?, los que más tienen son los que menos dan. Ese es el pensamiento de un país, pero no de un paÌs cualquiera, sino de aquel en el cual todos vivimos y convivimos de la mejor manera posible, superando barreras, abriendo puertas, cerrando aquellas pasadas, disfrutando de los buenos momentos y reflexionando sobre aquellos malos, poniendo buena cara, mirando al frente. Ser generoso en esta vida tiene un gran significado que pocos conocen, pocos han tenido la oportunidad de saberlo, pero la gente generosa puede tener la conciencia tranquila, tienen un valor muy grande en este mundo, tal vez sean el mejor ejemplo a seguir de una sociedad llena de problemas, de conflictos que todos juntos debemos intentar superar. Con este texto, no deseo cambiar la forma de pensar de nadie, pero si que todo el mundo reflexione sobre el verdadero significado de la vida.
Andrea Díaz Morante